Jorge López ensaya para su presentación en Hispania el 22 de octubre.

 

Pasó de estar en coma y al borde de la muerte en 2021, inválido luego, a recuperarse y ahora a ser invitado como concertista de guitarra con orquesta sinfónica en el 2022.


POR: ALF NIETO*

Toronto- En plena pandemia de la Covid-19, en marzo de 2021, el virtuoso mexicano guitarrista Jorge López Blackmore se hizo el sordo y se negó a “irse con su música a otra parte”. 

Este artista lleva 35 años en Canadá dedicado a mostrar su destreza y pasión por los instrumentos de cuerda y la música latinoamericana; y tras haber estado en una sima de la existencia ahora, poco a poco, vuelve a donde ya estuvo, en la cima del éxito artístico. 

“Los médicos mandaron a llamar a uno de mis hijos que vive en Ottawa, para que se despidiera de mí… “, recuerda ahora con tono quedo y con sus ojos encharcados. Yurit Pedraza, su esposa, su sostén emocional y su compañera en la música, le ayuda a recordar ese triste momento: “En el hospital nos dijeron que las posibilidades de que se recuperara del coma inducido eran de apenas un 30 por ciento”. 

Eran aún los tempranos meses donde la ciencia médica no sabía mucho de cómo la Covid-19 afectaba el organismo humano y mucho menos de qué forma tratarlo cuando derivaba en complicaciones serias.  

Todo era un caos: Hospitales con sus salas de cuidados intensivos atestadas y pacientes teniendo que esperar a que se desocupara una cama para ser atendidos y retar las probabilidades de no morir víctimas de afecciones en el tracto respiratorio o en órganos mayores causadas por esta rara variante del coronavirus. Las noticias hablaban de fatalidades que crecían en número de manera alarmante durante lo que ya era una dramática epidemia mundial. 

En el caso de López, él, su esposa y sus músicos del mariachi México Amigo y del grupo Cascabel ya habían sufrido un duro golpe laboral y económico por la pandemia. Llevaban un año cesantes como músicos, pues debido a la emergencia de salud pública no se permitían reuniones públicas masivas, tampoco festivales; los restaurantes, centros de convenciones y eventos estaban cerrados. Muy pocos se atrevían a ordenar serenatas para celebraciones familiares – que, si se daban, eran al aire libre en los patios o estacionamientos de las casas o, a lo sumo, mediante trasmisión virtual en línea o por video pregrabado.  

Jorge, Yurit y su suegra eventualmente resultaron positivos para la Covid-19, pese a haber seguido con rigor las precauciones recomendadas en el momento. Aunque no tenía comorbilidades previas, solo él terminó internado en el Humber River Hospital. Poco tiempo después y casi que por suerte divina pudo ser trasladado al Mount Sinai Hospital -el centro médico mejor dotado para tratar enfermedades respiratorias en Toronto. 

Tan grave era su situación que los facultativos tuvieron que ponerlo casi que de inmediato en coma inducido, estado en el que estuvo durante dos meses.  

En el intermedio de su hospitalización, tras unas pocas horas de haber sido reanimado entró en crisis y tuvo que ser sedado y puesto en coma de nuevo; luego, al no dar señas de recuperación, fue intubarlo y las esperanzas de sobrevivir parecían desvanecerse.  

Pero mientras él se debatía entre la vida y la muerte, sus hijas, esposa, demás familiares y amigos hacían un frente común y público por su recuperación.  

No solo se creó una página en Facebook para a dar noticias de su salud a diario. Más adelante, de forma espontánea, surgió una campaña de recaudación de fondos entendiendo que una eventual recuperación del artista iba generar gastos onerosos inesperados. Fueron ríos de amor los que fluyeron, dado el aprecio del que goza esta figura de la comunidad no solo conocido por sus coterráneos y latinos sino también por canadienses de diferentes orígenes. 

Aunque Jorge no estaba consciente, al pie de su cama de hospital Yuri tomaba su guitarra y le cantaba sus canciones favoritas, también le leía y le hacía escuchar mensajes de audio de sus conocidos que le animaban a seguir la lucha para vencer el mal. “El solía sonreír levemente o hacía gestos con su cara o manos como indicando su complacencia”, recuerda Yurit. 

“Cuando me mostraron todo lo que la gente escribió en Facebook, cuando me enteré de las muestras de cariño y de generosidad de la gente simplemente lloré emocionado” dice Jorge, que dice que, por fortuna, producto del coma inducido y de los medicamentos, no tiene recuerdos claros de la extensión de la pesadilla vivida en el hospital. 

“Me maravillo haber tenido la fortuna de sobrevivir y le atribuyo eso, aunque no soy un católico practicante, a un acto divino y a una intervención de mi madre y mi hijo Joao, ya fallecidos”, afirma. 

Sin embargo, lo que vendría después de tres largos meses de hospitalización fue otra gran tragedia, una emocional y física. “Estando aún en el hospital, lloré en silencio cuando le pedí a una enfermera que me pasara mi guitarra. Intento tocarla y descubro que mis dedos de la mano izquierda no respondían… era como si hubiese olvidado cómo usar el instrumento que había tocado toda mi vida”. “La mano izquierda es fundamental para el guitarrista porque es con ésta que se sacan las notas y acordes”, explica.  

Aparte de eso, sus piernas estaban muy débiles y no podía caminar. Ambos impedimentos eran secuelas de la enfermedad que afectó también su sistema neurológico. Y como si eso fuera poco, debido a la traqueotomía, Jorge carga todavía con problemas en sus lastimadas cuerdas vocales, lo que hace que su voz aún sea como pasada por una lija. 

Confiesa que eso le sumió en una profunda depresión y eventualmente pudo animarse con el apoyo de su esposa y los suyos, para someterse a largas sesiones de terapia física. “Por suerte no requerí medicamentos para la depresión, pero si me abatió mucho el impedimento físico, porque al igual que Yurit, vivo de ser artista y la posibilidad de no volver a tocar la guitarra o de no poder caminar resultaba aterradora”, explica. 

“Yurit, que es vocalista, seguía atendiendo los pocos llamados para presentaciones que recibíamos y yo me tenía que quedar en casa y me sentía inútil y frustrado “, reconoce con humildad. “Hasta que un día le dije que me dejara ir con ella y los otros músicos, solo para acompañarlos, que tomaría las precauciones… Ella aceptó y entonces yo sentado a un lado, iba rasgando la guitarra hasta que poco a poco pude recuperar el movimiento de mis dedos y reintegrarme a los espectáculos”. 

Jorge dice que, aunque estudió música y guitarra clásica en la Escuela Nacional de Música de México, nunca se graduó, pero “tengo toda una vida de experiencia tocando la guitarra a y, además, porque mi padre también fue guitarrista clásico profesional, prácticamente desde el vientre materno he escuchado música y entonces se me dio natural”.  

Antes de venir a Canadá estuvo diez años en los 80 en Estados Unidos, donde hizo música a nivel profesional. Incluso, fue llamado por el famoso productor y compositor mexicano Rubén Fuentes para grabar con el también guitarrista Gilberto Puente un par de producciones con música tradicional mexicana de la cantante Linda Ronstadt. “‘Las canciones de mi padre’ y ‘Más canciones de mi padre’ resultaron ser los álbumes de música mexicana y mariachi más vendidos en el mundo por allá en 1.987”, rememora con orgullo.  

Ya acá, López, siempre inquieto, decide fundar con algunos de sus conocidos “México Amigo”, el primer mariachi creado en Ontario y el segundo en Canadá, el cual ha servido no solo para difundir la cultura de su país sino también como escuela para músicos que hoy por hoy brillan con sus propios grupos o como solistas.  

Fue precisamente por su recorrido como artista de primer nivel que en 2017 fue reconocido con el premio Ohtli, uno de los más importantes galardones que otorga el Gobierno de México a sus ciudadanos que se destacan y promueven la cultura de su país en el extranjero. 

Sea con “México Amigo’ o con ‘Cascabel’ -grupo que ofrece un repertorio de música popular y folclórica de países latinoamericanos-, López ha estado en escenarios no solo ante audiencias de origen latinoamericano sino ante públicos anglófonos y francófonos.  

El Taco Fest Toronto, por nombrar uno solo, es un evento canadiense en el Ontario Place de Toronto que durante años ha tenido en su programa a Jorge con “México Amigo”.  

”Este año, tras dos años de para, se hizo en junio; nos invitaron de nuevo y tocamos durante tres días, ante miles de visitantes a este festival que celebra la gastronomía mexicana en Canadá”, revela. 

El mal tiempo ha quedado atrás y López ha vuelto por sus fueros como artista. Este otoño, el 22 de octubre estará como concertista invitado y guitarrista clásico en Hispania, en Cobourg, Ontario, evento organizado por The Northumberland Hispanic Cultural Club y The Noc –Northumberland Orchestra.  

Allí, en el Victoria Hall, tocará el adagio del hermoso concierto de Aranjuez, de Joaquín Rodrigo, con los 35 músicos de la Orquesta Sinfónica de Northumberland. También estrenará dos de sus obras para guitarra y orquesta. “Otro honor más”, sostiene con un tono ahora muy emocionado. 

“Festival, es uno de ellos, lo compuse hace unos años en Tucson, Arizona, inspirado en la música mariachi; lo grabé con unos amigos y nunca lo interpretamos en vivo; lo presentaré con “México Amigo”, guitarra clásica y con la Orquesta Sinfónica”. 

Concluye diciendo que “la otra pieza, Aria, fue dedicada a mi papá, don Gustavo López, de quien heredé el amor por la guitarra”. 

Jorge López esta vez no se hará el sordo y, en buena hora, ¡sí se irá con su música -y sus músicos- a otra parte… hasta Cobourg, Ontario! ¡Salud, Jorge, que siga la música! 

Para más información sobre el concierto en Cobourg, visite: https://tickets.cobourg.ca/TheatreManager/1/online?performance=3281

*Comunicador social y periodista, colombiano, radicado en Toronto, Canadá.

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